Era una noche lluviosa, y nos vimos por primera vez
con los pelos inflados por la humedad.
Y NOS ENAMORAMOS.
Seis meses después ya hablábamos de mudarnos juntos.
Así de cómodos estábamos el uno con el otro, siempre, desde el principio.
Y acá estamos, a tres años y pico de ese día,
después de mudanzas y aniversarios,
viajes al exterior y al interior,
con alegrías, con discusiones y con un perro que adoptamos en el camino.
Todavía igual de cómodos, pero con experiencias encima,
cada día más juntos.
Por eso decidimos dar este paso,
con mucha alegría y algunos nervios,
y lo queremos compartir con nuestra familia y amigos:
¡NUESTRO CASAMIENTO!